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Coronavirus y Discapacidad: Empatía social y responsabilidad del Estado

Fuente: El Cisne

El Coronavirus (COVID-19) ha impactado en la sociedad global provocando una crisis desconocida. Se ignoran cuáles serán las consecuencias finales y sus efectos colaterales. El temor se ha instalado en las poblaciones por la incertidumbre de no saber cómo combatir efectivamente al virus, y al observarse los estragos que provoca en los países que ataca con mayor intensidad.

En Argentina, la pandemia no se ha propagado con la virulencia de otras zonas, de acuerdo a las estadísticas de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Entre los afectados por el COVID-19, la tasa de mortalidad ronda el 1%, aunque hay países que superan ese promedio.

La cuarentena en la Argentina, ha sido la más extendida del mundo, y si bien sigue costando no sólo por cuestiones económicas, si no también emocionales, se debe seguir apelando continuamente a la responsabilidad y la solidaridad social para que se cumpla los diferentes protocolos, y de esa manera disminuir lo más que se pueda la cantidad de trasmisores del virus. Evitar el contagio resulta beneficioso para uno mismo pero también para el resto de la población.

Es obvio que las respuestas que debe dar el Estado no se pueden limitar a hacer cumplir a la población pautas de responsabilidad y cuidado personal. La pandemia deja en la superficie del debate nacional la importancia que significa el involucramiento del Estado en la salud pública, como coordinador y garante de la asistencia de los argentinos, sin ningún tipo de excepción.

La Relatora Especial de las Naciones Unidas, sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, Sra. Catalina Devandas, ha señalado que los Estados deben reforzar sus medidas para garantizar los ajustes razonables que reduzcan el contagio y el riesgo de contaminación de las personas con discapacidad. Estos ajustes razonables están destinados a poder realizar las actividades de la vida diaria de una persona con discapacidad (higiene, alimentación, vestimenta) y son esenciales para su supervivencia.

Queremos recordar una serie de sugerencias que pueden resultar útiles para quienes continúen al cuidado de personas con discapacidad, sean familiares, terapeutas o asistentes, para hacer lo menos traumático posible este período:

– Considerar y consultar con gente idónea el beneficio de la desinstitucionalización de la persona hasta la finalización del tiempo de aislamiento.

– Es importante no suspender terapias psicológicas que puedan ayudar a sostener emocionalmente a la persona en estado de aislamiento.

– Mantener la calma ante una emergencia y asegurarse de tener una manera de comunicación efectiva y accesible con familiares, cuidadores y agentes de salud, como así también con los servicios públicos ante algún corte de suministro.

– Recordar de mantener las manos siempre limpias con agua y jabón, que es el modo más efectivo de evitar el contagio.

Para finalizar, queremos remarcar que se aprecia una gran dosis de irresponsabilidad en el manejo de la información. A menudo, los medios de comunicación y las redes sociales dan por ciertas noticias que no poseen ningún tipo de rigor científico, causando alarmas innecesarias y provocando pánico. Abundan los datos que apelan al miedo y la desconfianza, buscando de manera interesada el malestar social. Probablemente la porción de la población más desinformada será la que sufra con mayor impacto la enfermedad. Por eso, nuestra responsabilidad es chequear la información antes de compartirla. Los argentinos estamos acostumbrados a superar crisis y esta vez lo volveremos a lograr.

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