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Conociendo a nuestra comunidad

Hoy nos toca conocer a Noemí y Eva, otra historia llena de desafíos superados y de palabras que nos invitan a la reflexión.

En el embarazo, creo que a los 6 meses, soñé con que iba a tener una hija con Síndrome de Down, increíble. Eso me fue acompañando y, de alguna manera, yo ya tenía algún saber. Cuando la gorda nace y me la entregan, vi sus ojitos y ahí tuve todas mis certezas. Después, conversando con otras personas, me enteré de que les había pasado algo similar. Tanto su papá como yo amamos a Eva desde el primer instante que la vimos. Ella siempre tuvo una gran fortaleza y energía, desde que nació movía las piernas, los brazos. Estuvo dos días en incubadora y ella quería salir de ahí adentro, así que toda su energía fue la que me guió el camino. Un camino que fue hermoso, una época de crecimiento personal, creo que no fui la misma mamá con mi primer hijo. Hubo un aprendizaje increíble, un cambio de posición, un desafío.

La inclusión fue un camino a través el desconocimiento, de aprender cosas, recorrer jardines; porque mi apuesta siempre fue por una educación inclusiva. En uno de los primeros jardines me dijeron “ya tenemos dos y más no queremos”, pero logró incluirse en un jardín y en primaria comunes. No sin obstáculos, con maestras de apoyo y había muchas cuestiones relacionadas con la generalización, con preconceptos o prejuicios y desconocimiento. Considero que muchos no se atrevían a tomar el desafío, a hacer una apuesta. En primaria me dijeron “no va a poder aprender inglés”, así de contundente. Y no aprendió pero, después de un tiempo, me enteré que era porque no la hacían participar de las clases. En cambio, en secundaria, con acompañamiento y apoyo, aprendió inglés. Por eso, la inclusión debería ser desde el primer día, con la disponibilidad de que se pueda escuchar y remarcar la singularidad de la persona, eliminando las generalizaciones porque todos los humanos, podemos hacer algunas cosas y otras que podemos hacer menos, cada uno con sus particularidades. El pensar que somos todos iguales genera obstáculos. Todos somos diferentes y todos tenemos un potencial, cada vez vemos más personas con discapacidad que son deportistas, artistas o logran conseguir un trabajo.

Y a veces las familias también generalizamos o ponemos límites. Me he encontrado con personas que me decían “yo tengo una igual”. Y yo pensaba “¿igual de qué? ¿de qué me estás hablando? ¿de una cartera?”. Al principio me enojaba, pero después me di cuenta que las familias también tenemos que ir eliminando estas barreras y transmitiendo algo diferente.

Cuando empezó la secundaria Eva me dijo “no tengas miedo, yo voy a poder” y esas son las cosas que me a mi me han dado la energía para seguir acompañando lo que ella fue y va deseando. La autonomía de ellos tiene que ver con escuchar lo que ellos van deseando. Porque a veces se cree que solo es andar en colectivo y hacer una compra, pero también tiene que ver con respetar el deseo, la sexualidad, la intimidad, los momentos. A veces hay un esfuerzo por normatizar. Y no está bueno forzar para que “parezcan que entran dentro de la norma”.  También está bueno salirse de la norma y romper esquemas porque eso hace que el otro se interrogue también. Son cosas que hoy voy pensando en la actualidad porque Eva tiene 25 años, y en cada uno de sus momentos me fui haciendo distintas preguntas.

Ojalá llegue el día en que dejemos de hablar de inclusión, no solo para las personas con Síndrome de Down, sino para todos.

Eva con su hermano Matías y con Noemí, su mamá.

Gracias Noemí por compartir tu historia.

10 Replies to “Conociendo a nuestra comunidad”

  1. Es maravilloso que además de otros espacios podamos compartir vivencias ,porque con muchas similitudes ,pero cada ser y familias son diferentes ,por esto comparto mucho de su historia .

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