Arrancamos el finde largo con el testimonio de Cecilia y Fernando, papás de Bauti, artista de la sede.
Un 1° de noviembre fresco de 1999 nació nuestro amado y esperado hijo Juan Bautista. El decidió por su segundo nombre y así es conocido, como Bauti.
Desde chiquito mostró voluntad y una hermosa personalidad que, a fuerza de paz, se ganaba el respeto de sus pares; si algún otro niño se dirigía a él en modo agresivo, una mirada suya o alguna actitud lo hacían desistir, así como también fue siempre un gran mediador en los conflictos. Desde pequeño fue un gran “constructor” de puentes entre las personas. Posee la apreciable cualidad de entender a los demás y obrar en consecuencia. Esa empatía hace que tenga buen trato con los otros, además de desarrollar un enorme sentido del humor. Si bien es tímido, no es introvertido lo que hace que sea una persona afectuosa.

Es amante de los superhéroes, le encanta todo lo que tenga que ver con la expresión, especialmente con la expresión musical. Para él, cantar es siempre un motivo de disfrute. La música le gusta tanto como la historia.
Más allá de sus dificultades de expresión, Bauti posee un mundo interior muy rico, lo que manifiesta en la construcción de historias a partir de dejar volar su imaginación.
Disfruta de la actividad artística, ya sea teatro o música y de viajar, siendo siempre materia dispuesta para ello.
Transitar la condición de Bauti nos enseñó a no mirar el vaso semivacío, a elegir “los vasos” y a trabajar en cómo colmar esos vasos, teniendo en cuenta su felicidad.
Bauti nos enseñó a ver la discapacidad desde el punto de vista de los desafíos, no como una limitante, sino como una oportunidad.

Gracias familia por compartir estas palabras y ser parte de nuestra comunidad.