Hoy conocemos la historia de Claudia y Gastón. Un camino con altos y bajos pero lleno de perseverancia y de compañía mutua.

Gastón tendría que haber nacido el 31 de diciembre de 1990 pero lo dejaron dos días más. Así que nació el 2 de enero. Cuando tenía 8 meses lo tuvimos que internar en terapia intensiva y le dieron remedios incorrectos, por lo que se agravó su situación, al punto de que se estaba muriendo, prácticamente. Apareció mi hermana, que fue como Superman, porque nos ayudó económicamente para trasladar a Gastón y, en 15 días, gracias a Dios lo pudieron recuperar. Después fue un bebé normal, hasta que se empezó a chupar el dedo. Yo le ponía el chupete, lo escupía y se chupaba el dedo. Hasta el día de hoy lo hace. A los 3 años empezó jardín pero no se quería quedar, era imposible dejarlo, así que después de algunos meses, no lo llevé más. A los 4 años empezó doble escolaridad y, aunque lloraba todos los días, lo dejaba igual. Repitió 3 veces primer grado, así que lo empecé a atender con psicóloga y psicopedagoga que lo ayudaban con sus estudios. Hasta que me tuve que mudar a Marcos Paz porque mi papá falleció. Comenzó en segundo grado común y me dijeron que lo tenía que mandar a una escuela de recuperación. Fue, pero no nos gustó porque le hacía un bullying, entonces, lo sacamos de ahí. En cuarto grado vinimos a vivir a Capital donde terminó sus estudios en escuela común. Gastón desde chico aprendía todas las cosas cantando, yo les enseñaba todo cantando; la dirección de casa, el teléfono. Cuando fue más grande podía aprender todo sin problemas. En todo el tiempo que fue a terapia, nunca le diagnosticaron lo que tenía. Un día, cuando vivíamos en Lomas, me dijo “mamá me voy”. Y no apareció hasta el día siguiente: se había ido a Luján, caminando. En el 2011 fue su primera internación, por distintos motivos de su comportamiento. Después de la internación se recuperó y pudimos dar con su diagnóstico: esquizofrenia y retraso madurativo. En 2013, después de otra internación empezó a mejorar, aunque tuvo otros episodios, pero ordenaba su habitación, hacía sus cosas. En 2018, con Claudia su psicóloga, comenzó a tomar su medicación solo.

La verdad es que no me puedo quejar. Es un chico muy dado, muy atento, tiene sus rayes, bueno, como todo el mundo.