Arrancamos el finde largo con las palabras de Laura, mamá de Malena, artista de la sede Olivos.
Mi nombre es Laura, soy la mamá de Malena. Ella tiene 22 años y fue un camino largo y complejo que comenzó a los 3 años, cuando empezó el jardín. Era un jardín de barrio, muy sencillo, y el psicólogo del jardín que nos comentó sobre algunas actitudes de aislamiento y de ciertas cuestiones en el proceso de aprendizaje, nos sugirió hacer consultas. Ahí empezamos la búsqueda de profesionales y de un cambio en lo educativo, que no era una cosa menor. Había que buscar un jardín de infantes con ciertas características, tenía que ser chico, con pocos chicos para que fuera una cosa más personalizada y así pasó a un jardín, también de barrio, que fue muy contenedor, con excelentes personas. Fue una etapa de búsqueda muy angustiante, por lo menos para nosotros como familia, porque estábamos muy solos, no teníamos idea de nada, con mucha incertidumbre pero, siempre nos tocó gente muy ocupada y muy contenedora, y eso fue muy importante. Cuando empezó primer grado tuvimos que buscar un colegio con integración, según las indicaciones de los profesionales. También esa fue una etapa de mucha angustia porque había muy pocos lugares y era difícil conseguir, pero pudo entrar en el Colegio Horizontes, que tiene una integración interna y ahí terminó la primaria. Con el diario del lunes, creo que hubiéramos tomado otra decisión e ir a otro tipo de colegio, pero bueno, es todo un proceso y en ese momento pensábamos que lo mejor era que fuera un colegio común, con integración. El tema social también fue muy difícil, porque Malena no tenía amigas allí y creo que el colegio podría haber hecho mucho más y no lo hizo; buscar estrategias. Tampoco tuvimos un grupo de padres, en el colegio primario, que nos ayudaran, así como han tenido otros padres de conocidos, que tuvieron la suerte de tener grupos y también sus hijos, de mucha ayuda o de colaboración o muy solidarios. No tuvimos esa experiencia y fue muy duro. Era muy duro ver que a la salida del colegio todas arreglaban para ir a un lugar y a ella no la invitaban, por ejemplo. Entonces, nuestra prioridad a partir de séptimo grado, que ya por las edades se empezaba a complicar la cuestión de los vínculos, fue lo social. Insisto, para mí el tema de lo social fue lo más importante; tener un grupo de amigos y no solamente ella, sino como familia, el tener familias con problemáticas similares, el poder compartir, fue un antes y un después. O, por lo menos, fue la experiencia que hemos tenido nosotros. Así que Male pasó al colegio Pringle Morgan, que es un colegio de recuperación y allí la vida se iluminó, porque empezó a tener un montón de amigos, estaba en un lugar donde tenía pares, donde se sentía cómoda. Fue una etapa fantástica para ella y para nosotros porque conocimos familias maravillosas; se armaban redes de información, de contención. Eso fue importantísimo.
A través de esos grupos de padres nos enteramos de que existía la formación para el empleo en la UCA. Con muchas dudas y miedos, por cómo lo iba a vivir y demás, comenzó allí y también fue una experiencia de un antes y un después. Ahí empezó todo el gran camino de la autonomía, Malena es una chica con muchas ansias de superación (algo que creo que es bastante común en los chicos), es muy responsable, muy comprometida, con muchas ganas de progresar y de ser autónoma, de crecer y, a veces, como padres nos cuesta acompañar eso, porque tendemos a sobreproteger. A mí me ha costado horrores (sobre todo a mí, a mi marido no le costó tanto) el tema de que se tome un medio de transporte, que vaya sola por la calle; todo ese tipo de cosas me costaba muchísimo manejarlo. Pero bueno, en un momento nos dimos cuenta que hay que soltar y que tiene que hacer su camino, porque los chicos piden eso, piden el crecimiento, piden la autonomía y piden crecer. Entonces uno tiene que acompañar.
Hace unos años empezó a ir sola a la facultad y terminó la carrera el año pasado. Fue una experiencia maravillosa para ella, de crecimiento impresionante, se dio cuenta que podía dar, tener la experiencia de estar en una universidad y todo este tipo de cuestiones que hacen a la autoestima y a la seguridad personal. Es más, la eligieron para dar el discurso final, con lo cual, todo fue muy emocionante, muchos logros y, a nivel académico, este año comenzó en la formación en Educación Ambiental, en Cascos Verdes; también una muy linda experiencia con amigos.
En el medio de esto comenzó en Las Ilusiones, con teatro y teatro musical, es un lugar que le fascina. Las Ilusiones es un lugar increíble, siempre lo digo, en el cual yo aprendí muchísimo porque siempre me llamó mucho la atención cómo los tratan como adultos y para mí fue un gran ejemplo. Un gran aprendizaje ver la manera cómo se comunican, porque yo creo que hay una gran tendencia a esto de la sobreprotección y a no tratarlos como adultos, cuando son adultos. Hay que tomar un poco de conciencia de eso, de cómo se les habla, de las cosas que se dicen, por ejemplo, es muy común decir “la nena”; y ya no son nenas.
Siempre hay que apostar por más, siempre tener expectativas, me parece lo más importante. Porque lo que pueden ellos es mucho más de lo que uno cree y mucho más de lo que uno apuesta. A mí Male me ha enseñado eso, que pueden mucho más y que hay que estar abiertos, hay que escuchar mucho y siempre apostar, apostar por más y que nadie nos diga el techo de lo que un hijo puede dar. Lo importante es desarrollar todo lo que pueden, porque pueden un montón. Por ejemplo, Male, además de sus actividades, empezó a trabajar en una parrilla y a ella le encanta, porque es muy sociable y le gusta el vínculo con la gente. Fue a través de un de un conocido nuestro, una persona muy generosa, muy abierta, muy empática, que no es común tampoco encontrar, que le dio la posibilidad de trabajar allí. Va dos veces por semana y eso la hace muy feliz y ha sido un crecimiento increíble y hay gente maravillosa en ese lugar. Salvo al comienzo, siempre nos hemos encontrado con gente muy cálida, muy abierta, no hemos vivido esa cuestión de que la marginen o que la discriminen.
Ahora empezó un curso de camarera en el Gobierno de la Ciudad, no era un curso adaptado y yo dije “bueno, vamos a ver cómo anda” y anda fantástico. Creo que, socialmente, hay cada vez más espacios que integran hay, muchísimas actividades inclusivas, cuestiones de formación, cosa que veo muy gratamente y hay que ir por más todavía. Creo que falta el tema de la inclusión laboral, pero hay muchos lugares para mandar currículums y, si bien es un camino difícil, es muy gratificante cuando uno ve los logros, sean en el nivel que tenga cada uno, todos, absolutamente todos, pueden.
¡Gracias Laura por tan hermoso testimonio!
Laura querida, cuántas veces charlamos….. Soy la mamá de Luchi, y me pasó exactamente igual, a nivel social, todo todo igualito, siempre sola y por eso la cambié 🙂 Male es bárbara, y viaja en el mismo colectivo que nosotras a la salida de comedia, jajaja, junto con Anto. Male la tiene re clara!!!!! Me encanta tu nota, todo lo que escribís!!! Y sobre todo, necesito destacar, que nunca escribiste la palabra que odio tanto, “discapacidad”, y te lo agradezco muchooooooo!!!! Te mando un besito enorme y nos vemos en el teatro, hasta prontito!