Nacho (nuestro director), Rebeca (referente de danza) y Silvina Peirano (especialista en sexualidad y discapacidad) se reunieron para llevar adelante un primer encuentro donde se vincularon personas con discapacidad con el movimiento y la sexualidad.
En un entorno cuidado y en un marco de mucho respeto, 4 jóvenes trabajaron la corporalidad, el contacto con el otro, el movimiento, el espacio. El objetivo fue buscar un lugar que pueda unir y en el que se tenga reconocimiento del otro, de una manera emocional – afectiva. “En esta primera experiencia realizamos actividades corporales, acompañadas por música y guiadas por Rebeca. Me parece interesante decir que fue un conocimiento enorme, tanto interno como externo; fue la posibilidad de encontrarme y trabajar a la par de personas con discapacidad, pero desde otro lugar. Desde el lugar, del contacto, del reconocimiento del cuerpo del otro de una manera adulta y no desde la dirección, que es a lo que estoy acostumbrado”, nos contó Nacho.
Rebeca, con las emociones a flor de piel
Nos juntamos a conversar con Nacho y Silvina. En lo personal, estaba bastante ansiosa y expectante, porque tenía que entregarme al trabajo en equipo pero a su vez a la posibilidad de construir una visión personal sobre qué es esto de la sexualidad y el movimiento. Cuando Nacho me propuso esta investigación dijo que Silvina vendría a ver la actividad y lo primero que me despertó fue una sensación de interrupción de la intimidad y la pregunta de ¿cómo que viene a ver?, ¿a ver qué? y recordé los famosos dichos de que las clases son un lugar donde hay que hacer, no se puede venir a ver. Y el primer link que hice fue el de que poner el cuerpo, exponerlo frente a la mirada del docente, es todo un acto de valentía e intimidad.
Me dispuse a escuchar y ver qué era eso que nos convocaba ahí a los tres. Fue reconfortante poder llegar a un objetivo común con tanta claridad. Nacho dijo vamos a ver que pasa. Por su lado, Silvina tiró la idea de partir de la búsqueda con unos ítems que a ella le gustaría ver y probar en el espacio: vínculo, cómo se relacionan, los afectos.
El tiempo de la sexualidad no es un tiempo productivo y en eso difiere con el arte. El arte tiene la particularidad de necesitar ser visto para poder ser nombrado como tal. Sin embargo, la sexualidad no y también es una expresión.
La sexualidad es identidad y la identidad una construcción dialéctica con el entorno. Un encuentro del presente en el vínculo, en lo que nos da contorno, lo que nos toca, afecta o nombra; pero esas acciones suceden en lo cotidiano sin ser necesariamente un hecho artístico. Son tan simples como proponer mirarnos, dar tiempo a la contemplación. En este sentido, la identidad tiene más que ver con ser espectador que con imponer algo.
La propuesta de la clase fue caminar y observar puntos en el espacio, reconocernos como parte de un todo, de algo que ya es, que ya está sucediendo. Hasta que logramos achicar tanto el espacio que decidimos delimitarlo y, en ese límite, nos encontramos. A partir de ahí fuimos al encuentro con el otro y a poder reconocer qué siento con el otro.
La mirada y la palabra de Silvina
Muchas veces estos encuentros son para movilizar a los otros. En este caso, buscamos que personas con discapacidad, puedan reflexionar y sentir sobre su sexualidad. Pero el encuentro fue sumamente movilizante para nosotros también porque creo que, quienes nos presentamos y nos sumamos como coordinadores, profesores, fuimos muy interpelados en nuestras propias biografías, en nuestros propios roles. Y creo que eso es lo que hace falta. Que el encuentro con los otros, en este caso, personas con discapacidad intelectual, sea un encuentro con uno mismo, que si no te interpela, pero profundamente, a vos mismo no tiene sentido.
Fue un espacio, y me interesaría destacar esto, en el que no hubo que poner límites ni tampoco se pidieron permisos. No fue necesario poner límite de hasta dónde, con quiénes, qué podés hacer y qué no; los participantes mismos los sabían. Digo esto, porque las personas con discapacidad y, sobre todo, las personas con discapacidad intelectual están tan llenas de límites que justamente lo que necesitan es poder desbordarse. Y ese desborde, lejos de lo que creímos que iba a hacer algo lindante con la hipersexualización, es un desborde contenido respetuoso; mucho más respetuoso que el que cualquiera de nosotros podríamos pensar; un espacio en el que no hizo falta la palabra hablada, en el que los cuerpos fueron los protagonistas.
La idea es que lo que ya se viene trabajando desde Las Ilusiones, se reconfirme desde la sexualidad, que la danza y que los cuerpos son espacios genuinamente sexuales pero que, ahora en estos encuentros,lo que hacemos es ponerle la palabra sexualidad. La mayoría de estas personas están, como todos nosotros, repletas de un discurso sobre la sexualidad, pero no hay un espacio de ejercicio para esta sexualidad. Insisto, yo creo que el lema es la danza, el movimiento, el arte; son parte de los accesos que tienen que ver con la sexualidad, solo nos faltaba explicitarlos.
Nacho también nos compartió sus reflexiones sobre el encuentro: “Estoy feliz de que Las Ilusiones pueda generar estas experiencias que trascienden, a lo artístico o a lo terapéutico. Estamos hablando de la vida, y Las Ilusiones es eso, es comunidad. Entonces, que exista un entorno en el que podamos hablar de la sexualidad, que podamos hablar de los cuerpos en discapacidad, también es muy rico. No solamente para el crecimiento de cada participante, sino también para uno, como profesional”.
Excelente